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Dedicado a la murga ‘Los Mirinda’
Cuando este que les habla, que nunca deja ni dejará de ser aprendiz en esto del carnaval y la vida, reflexiona sobre cuáles son sus referencias y modelos en el venenoso, para bien o para mal, mundo de las murgas el primer nombre que me sale es el de esta, para mí, querida agrupación.
No sólo por mi amistad con ellos o por tratarse de excelentes compañeros de gremio que siempre han estado cuando les he necesitado y han respondido de forma generosa y cariñosa compartiendo con un servidor momentos que quedarán para nuestra particular e íntima memoria.
Ellos representan una forma de entender el carnaval que es un ejemplo a seguir por su amor a esta fiesta a pesar de que, veteranos ellos en estos vaivenes de febrero, el concurso no les ha tratado como merecen.
Su calidad, tanto humana como artística, está sembrada de una afilada ironía en sus letras en donde no dejan títere con cabeza además de crear personajes altamente divertidos y con personalidad propia (SuperMariano siempre quedará para el recuerdo).
Son hijos, y participes, de un tipo de murga que ya no se estila y que tiene antecedentes históricos en grupos míticos como Agüitas y Ad Libitum en cuanto a su vertiente de desmenuzar la actualidad desde una óptica humorística y además, en este caso concreto, sazonado con una exquisitez y riesgo musical admirable (Alonso Torres y Clodo Silva son un lujo para los oídos).
Inquebrantables en esta idea, y superando obstáculos que lo que han hecho es reafirmarla, nos ofrecen cada edición una creación que surge de la más pura esencia del carnaval que mamaron desde muy jóvenes y que tenía (y tiene en su grupo) la base cimentada en la calle y el poder del pueblo llano.
Esa calle, y ese pueblo, que con 4 trapos hacía encaje de bolillos en mágicas noches de carnaval que se caracterizaban por la espontaneidad y la camaradería desinhibida que embrujaban a todo aquel que las vivía.
Los Mirinda tienen eso y además una ilusión, a pesar de los años en el candelero y algunos sinsabores, que para si quisiéramos muchos y que transmiten cada vez que toman un escenario y nos regalan acordes, melodías e ingenio.
Yo, y me consta que también mucha gente que conozco de este mundo, he aprendido y sigo aprendiendo de ellos y desmontan con su naturalidad y frescura arrolladora cualquier atisbo de vanidad absurdo que a cualquiera de los que, como decía aquel autor, juntamos letras, ponemos música o nos subimos a esas tablas del templo de Minayo o de cualquier escenario de cada uno de los rincones de esta ciudad.
Me quito el sombrero ante estos señores que cada vez que se disfrazan y cantan nos regalan un trozo de sus vidas en el que ponen todo el alma porque no les sale hacerlo de otro modo.
Gracias por vuestra generosidad, por vuestro cariño, por vuestra coherencia que alimenta los sueños de este incauto aprendiz de ser algún día (que iluso soy) tan grandes como vosotros.
Mucha suerte, animo y a disfrutar.
Murga ‘Los Mirinda’ durante el concurso de 2013 |
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Autor:
David Falero
Nacido en el barrio de San Roque, lugar donde los machas nos hemos forjado en un carnaval de calle espontaneo, exiliado por razones sentimentales y laborales (y solo de forma provisional) en la pacense barriada de Maria Auxiliadora. Mi periplo murguero comienza en la primavera de 2003 en que, junto a mis tres mejores amigos, montamos un grupo que se tradujo en la fundación de la murga Titirimundi. Después de 7 años dirigiendo, junto a Jose Luis Torres «Selu», esta agrupación, dejo de pertenecer a la misma. Unos meses despues de esta salida, Santi Linares me llama para unirme al proyecto que están construyendo varios amigos y que derivó en la murga Pixa a la Fulaneska. Familia carnavalera a la que pertenezco desde ese momento aunque este año he decido tomarme un descanso de concurso y carnaval.